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Genero / Las mujeres al frente de la lucha contra el covid

La mujeres son los trabajadores mas expuestos en la pandemia. así lo sostiene un informe del CIPPEC ( Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento). Según el informe «Las mujeres son uno de los grupos más afectados por la crisis del coronavirus. No solo asumieron gran parte de las tareas del hogar y de cuidado, sino que son mayoría en algunos sectores clave durante la pandemia». El informe llamado «Garantizar los derechos de las mujeres en tiempos de pandemia» asegura que el numero de mujeres trabajando en la pandemia es mayor al de hombres.

Así el informe establece una estadística de » Feminización del trabajo» con estos datos – Trabajo doméstico: 97% – Enfermería: 80% – Educación: 73% – Investigación: 61% – Comercio: 56% – Medicina: 52% y sostiene que «En primer lugar los sectores laborales que están haciendo frente a los casos están altamente feminizados. Profesionales de la medicina, personal de limpieza y perfiles de investigación biológica muestran una sobrerrepresentación de mujeres, que están expuestas al contagio, trabajan jornadas extendidas y extenuantes, no siempre con todos los insumos críticos a disposición. Esto es un fenómeno global que también se espeja en Argentina.

En segundo lugar, la posibilidad de cumplir con el aislamiento social es muy remota para quienes están inmersos en el sector informal de la economía. En Argentina, apenas el 50% de los y las trabajadores tienen acceso a licencias remuneradas por maternidad o paternidad, y están excluidos los trabajadores informales e independientes y autónomos. Para estos trabajadores el aislamiento social implica pérdida de ingresos sustanciales. La informalidad incide más sobre las mujeres, por lo que ellas están más expuestas a estos déficits de protección social. El caso más ilustrativo es el del empleo doméstico. De los casi 900.000 trabajadores de casas particulares, el 98% son mujeres y el 75% son informales. Las empleadas domésticas se ven en la disyuntiva (que muchas veces deciden sus empleadores) entre seguir trabajando y convertirse en vectores de circulación del virus o perder las remuneraciones.

En tercer lugar, las medidas para afrontar la pandemia también tienen consecuencias diferenciales según el género. La suspensión de las clases y la reducción de la circulación impacta directamente sobre la carga de cuidado que enfrentan las familias. Hacia adentro de los hogares, este trabajo adicional recae de forma casi exclusiva sobre las mujeres, como consecuencia de un pacto implícito de género que vulnera su autonomía económica. Ya hace años, investigaciones de frontera señalaban que la revolución de género seguirá estancada si los varones no se suman a través de una mayor participación en el cuidado y en trabajos tradicionalmente considerados “femeninos”.

Finalmente, hay que tener en cuenta las consecuencias no intencionales del aislamiento social, atendiendo a lo que aprendimos durante epidemias anteriores. Existe evidencia de que el estallido del ébola en África aumentó la incidencia de los embarazos en adolescentes y también la probabilidad de la interrupción de trayectorias educativas en las mujeres. Las restricciones a servicios de salud sexual y reproductiva y la naturalización de las mujeres como cuidadoras pueden tener impactos sobre la inserción social incluso cuando la propagación del COVID-19 merme.

Fuente CIPPEC.org.

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